Opinión

“Casa de 20” y su fiesta de la siembra de libros

 

Por Oscar Lardizabal

Pasaron cinco años desde que la ONG Casa de Veinte hiciera su primera siembra de libros. Esa primera experiencia, hecha con una pocos libros y la voluntad de otros tantos entusiastas, fue la semilla que germinó y fue creciendo en cada cambio de estación, en cada siembra, para ser hoy un árbol frondoso al que acuden personas de las más diversas realidades y motivaciones, pero todas unidas por una pasión: los libros y la lectura.

El próximo miércoles 21 de setiembre la Casa de 20, situada en XX de 1744, estará abierta desde las 10 a las 19hs en la que será su siembra número 21. Durante esa jornada toda persona puede concurrir al lugar para buscar el libro de su agrado. Encontrará prácticamente todas las paredes de los ambientes “tapizadas” por bibliotecas con obras literarias de los más diversos autores y temáticas.

Se trata de los libros que de un cambio de estación a otro, es decir de una siembra a la otra, fueron donando desde librerías comerciales a simples lectores. La ONG, asumiéndose centro de cultura, realiza una transformación notable: gracias a sus colaboradores permanentes, entre ellos bibliotecarios diplomados, y al número creciente de voluntarios, muchísimos de esos libros que permanecían arrumbados y olvidados, cobran nueva vida y son el motivo de la fiesta que se celebra en cada siembra.

Ha dicho Irving Stone; “no hay amistades más rápidas que aquellas entre personas que aman los mismos libros”. Tenía razón…en Casa de 20 se forman relaciones que perduran entre lectores que se encontraron recorriendo los estantes de la sede.

Otros aportantes, que llevaron al lugar esos libros sólo porque “no sé qué hacer con ellos”, ahora ayudan a llevar las cajas con libros a lugares ávidos de lectura como geriátricos, escuelas, barrios bien alejados del centro. Son voluntarios ganados por la atmósfera de cordialidad y pasión por la lectura, cuyas experiencias son registradas en la memoria de la institución.

Las anécdotas pueden contarse por decenas, pero sirva para reflejarlas la de una joven mujer en situación de calle que llegó a tocar el timbre de la casa para requerir libros no sólo para ella sino también para otras personas en la misma condición.

Otros donantes llevan consigo la carga afectiva que significan los libros que colmaron las bibliotecas de sus padres y abuelos. También ellos van dejando el testimonio del amor que significa desprenderse de un apego para sumarse a la dinámica de libros que dejan de estar “congelados” para ir hacia nuevos lectores, involucrando a éstos en el mismo movimiento.

Cierto…también están quienes leyeron libros obtenidos en una siembra que los retornan al lugar para que sigan circulando.

Valga para el final el pensamiento de otra grande, Margherite Yourcenar: “fundar bibliotecas es como construír todavía graneros públicos. Es hacer reservas contra un invierno del espíritu que por muchos indicios, a mi pesar, veo venir”-

Frente al río caudaloso del pesimismo, “sembrar” libros significa sembrar cultura y con ésta apostar a un mundo mejor.

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